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                                                                                                           BUDISMO TIBETANO

 

El principe Sidharta Gautama, el futuro Buda, nació en el año 560 antes de la era común en un pequeño bosque de Lumbini, al norte de la India. Los sacerdotes predijeron que sería un hombre excelso pero no un rey, como deseaba su padre. Atormentado por esta profecía, su padre creó un pequeño paraíso dentro del palacio donde todo era belleza y perfección, pero nada de esto pudo remediar la insatisfacción del joven príncipe Sidharta.

Cuando tenía 16 años, en un paseo salió del palacio y se encontró con los signos de la impermanencia: vejez, enfermedad y muerte. Esa misma noche abandonó su hogar y tomó los votos de renuncia al mundo convirtiéndose en asceta. En su búsqueda de la verdad, se sometió a las más rigurosas privaciones.

Luego de varios años de esta vida, sin obtener resultados, Sidharta comprendió que ningún extremo, ni el exceso mundanal ni la cruel ascesis, desembocarían en el objetivo de su búsqueda. Motivado por este pensamiento, se dirigió a Bodhgaya, se sentó en meditación bajo el árbol Bodhi y absorto en profunda meditación realizó el pleno y perfecto despertar. De ahí en mas sería llamado “el despierto”, el Buda. De esta comprensión, de este despertar a la realidad absoluta, surgió una profunda sabiduría, de la cual dimana espontáneamente la más grande compasión hacia todos los seres por igual.

Así, conmovido por el sufrimiento del mundo, buscó los medios apropiados para enseñar la manera de liberarse del sufrimiento que surge del triple veneno: el odio y la aversión, el deseo y el apego, y la ilusión y la ignorancia; que velan la auténtica naturaleza de nuestra mente iluminada.

La gran variedad de enseñanzas que Buda ha dado para el beneficio de los seres se hallan contenidas en los tres Ciclos llamados: Hinayana, Mahayana y Vajrayana.

El Hinayana, o “pequeño sendero”, está orientado hacia la liberación individual del sufrimiento y la obtención de la paz y la felicidad personales. El Mahayana, o “gran sendero”, motivado por una gran compasión, busca ayudar a que todos los seres alcancen la liberación definitiva del sufrimiento. El Vajrayana, o “sendero de diamante”, tiene la misma base que el Mahayana pero se caracteriza por la variedad de los “métodos hábiles” que utiliza. Los métodos hábiles surgen de la unión de auténtica sabiduría y compasión del estado de Buda, que lo capacitan para encontrar los medios más apropiados para guiar a todos los seres a la Iluminación, de acuerdo a las tendencias y aspiraciones de cada uno.

 

En los siglos sucesivos, en toda la India se conformaron numerosas comunidades de practicantes, se construyeron monasterios y afamadas universidades budistas, que atrajeron a personas de muchas partes de Asia oriental y occidental. En parte, gracias al prestigio de la India como foco de cultura, por distintos medios, siguiendo en ocasiones las distintas “rutas de la seda”, las enseñanzas de Buda se extendieron hasta Japón, e incluso a Grecia.

A través de Nepal y China, a mediados del Siglo VII, se introducen algunas enseñanzas en Tíbet. Pero no es sino hasta el siglo VIII, que gracias principalmente a la actividad misionera del gran yogui Padmasambhava, que el Budismo se establece definitivamente en el País de las Nieves.

 

En los siglos sucesivos, todas las auténticas enseñanzas de Buda fueron meticulosamente traducidas y compiladas, al punto tal, que es en Tíbet donde se conserva la colección más completa del canon budista. 

Actualmente el Budismo Tibetano se halla representado principalmente por cuatro linajes o escuelas: Ñingmapa, de “los antiguos”; Kagyupa, de la “transmisión oral”; Sakyapa, fundada en el lugar de la “tierra gris”; y Gelugpa, “ligados por la virtud”.  Cada uno de estos linajes esta liderado por grandes maestros, por ejemplo, el lider de los Gelugpa es el Dalai Lama, y de los Kagyupa es el Karmapa.

 

En 1950, La República Popular China invade Tíbet, y en 1959 el Dalai Lama debe exilarse en India. Actualmente vive en Dharamsala, donde se estableció una gran comunidad de tibetanos. Es así, que a pesar de las más tremendas dificultades, tanto Su Santidad el Dalai Lama, como muchos otros renombrados líderes budistas, y los tibetanos en general, han hecho y continúan haciendo ingentes esfuerzos para nutrir y preservar el Budismo y la rica cultura tibetana, como un precioso legado para toda la humanidad.

 

                                                                                                                                                                                         Lama Sangye Dorye.

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